Roscelino supone que las determinaciones diversas que se atribuyen a Dios no son más que nombres diversos de una realidad única. Lo llaman misterio de la Santísima Trinidad. No lo llamaría yo misterio sino más bien galimatías religioso. Lo curioso es que los teólogos católicos son capaces de calificar a las religiones romana y griega como de primitivas.
La herejía de Roscelino fue condenada, según cita Nicola Abbagnano en su Diccionario de filosofía, por primera vez en el concilio de Reims el 1092 ó 1093. «Se le obligó a abjurar y él se sometió por temor de ser asesinado por el pueblo de Reims; pero, habiendo dejado la ciudad, volvió a defender su tesis. Fue de nuevo condenado en el 1094 en un concilio convocado por el rey Felipe para celebrar sus bodas con Bertrana. Expulsado de Francia, se dirigió a Inglaterra, donde una nueva persecución le obligó a volver a Francia. Volvió a aparecer en el ll21 para combatir la doctrina de Abelardo sobre la Trinidad. Su carácter nos aparece, por la carta que poseemos de él, como poco recomendable: ataca a Abelardo en los términos más violentos y le echa en cara cínicamente la mutilación que le había sido infligida».
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