España es un país de piratas. Ni la gualda y roja ni la tricolor. Debería lucir una bandera negra con dos tibias y una calavera en todos los edificios oficiales que se precien. Queremos que la música y las películas nada nos cuesten, piratear el Canal Plus, Internet gratis, colarnos en los transportes públicos, casas subvencionadas, declaraciones de renta trucadas para conseguir becas de estudio, chanchullos mil.
Y que conste que esta es una larga tradición de hambre atrasada que conecta con la España picaresca, propio de un país que arrastra su decadencia desde muchas generaciones atrás y de la no siempre bien redistribuida riqueza.
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