Los seres humanos se acorazan en sus perjuicios, cuantos más se tengan mejor pertrechados se creen, más invulnerables se suponen. Por eso nunca más pertinente aquello que decía Nicholas Chamfort de que «cualquiera que haya destruido un prejuicio, un sólo prejuicio, es un bienhechor de la humanidad.»
3 comentarios:
Me has hecho pensar.
Nunca me vi como una bienhechora de la humanidad.
Pero ahora que lo dices....
Salud.
Algunas veces rompo perjuicios, pero otras veces los creo, esto de sumar y rectar al final puede salirme cero, entonces ¿no soy una bienhechora de la humanidad?
Líbreme Dios o Satanás o cualquier otra casualidad cósmica de querer enmendar al escritor francés, pero yo creo que el tema es: ¿desde dónde luchamos contra los prejuicios? Porque a menudo, al prejuicio liquidado, según quién le haya arreado el estacazo, le sucede lo que a la hidra, le brotan dos cabezas.
Así que si me dan un cartucho y una escopeta, yo apuntaría al "blindaje" que usted señalaba en el título de la entrada.
Solo somos los metros cúbicos de existencia que campamos por el mundo. Ni más ni menos. Luchar contra los prejuicios desde una bandera, desde una ideología, desde una fe, desde el club de fans de los Cuatro Fantásticos, desde la sociedad en defensa del encaje de bolillos, desde algo que nos cosifica, que nos "prejuicia", que nos entierra la individualidad, es una contradicción mayúscula. Y peor, una ineficacia. A la larga logramos que la bacteria se haga resistente al antibiótico.
Un fuerte abrazo.
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